«Mi participación en el CPCI se dio por la invitación a formar parte de la iniciativa que me realizó su creador, Fernández Iriart. Nunca fui un impulsor activo de esta institución y, en consecuencia, no quise formar parte de su Consejo Directivo. En cambio, me sumé como Presidente del Tribunal Arbitral, cuya importante función inicial era determinar quiénes podían ser miembros de la institución, una decisión de la que dependían los llamados idóneos, profesionales informáticos cuya formación y desarrollo laboral se realizó en una época en la que prácticamente no existían carreras universitarias y, mucho menos, graduados. Tuve la matrícula N° 2, que aún conservo.»
